Antecedentes
En el tránsito de la década de los 60´s y los 70´s Medellín fue un motor industrial fundamental para el país. La compañía Colombiana de Tejidos Coltejer, representó la empresa más importante en la industria de los tejidos en Colombia y fue quien organizó y financió las tres exposiciones de arte más ambiciosas e innovadoras desarrolladas en Medellín durante entre 1968 y 1972: las Bienales de Arte de Coltejer.
En 1968 se creó la I Bienal Iberoamericana de Pintura que sirvió para conmemorar los 60 años de la fundación de la compañía. Con la creación de la primera Bienal se puso en escena a Medellín como destino internacional para exhibir a los artistas iberoamericanos y consolidarse el evento como uno de los más significativos del campo del arte nacional y regional en las décadas que seguirían. Este laboratorio experimental de las artes plásticas que creó y diseñó el maestro Leonel Estrada permitieron un dialogo entre el arte local, nacional e internacional. Transcurrirían dos años para la creación en 1970 de la II Bienal de Artes de Medellín.
La I Bienal de Arte de Coltejer exhibió 160 obras en el pabellón de física de la Universidad de Antioquia y contó con la participación de 11 países. La II Bienal de Arte de Coltejer de 1970 fue curada por Vicente Aguilera Cerni (España), el inglés Loawrence Alloway y Gulio Carlo Argan (Italia); fue realizada en el Museo de Arte y Antropología de la misma universidad, se convocaron 26 países con 324 obras de 171 artistas, 40 de ellos nacionales. Esta segunda Bienal amplió los horizontes del arte contemporáneo en Colombia porque se expusieron formatos distintos a la pintura bidimensional y se generó un ejercicio de la crítica de arte en medios nacionales e internacionales (periódico El Tiempo, El Espectador, El Colombiano, Art in América y Art Fórum, entre otros). Estos alcances fueron posibles por la visión de un equipo curatorial de gran reconocimiento.
En la II Bienal se exhibió la obra conceptual del artista colombiano Bernardo Salcedo titulada 500 sacos plásticos, “llenos de heno seco. Numerados para facilitar su conteo. Apilados para facilitar la circulación del público. Puestos ahí porque sí. Porque ahí están y no en otra parte”. Esta pieza significó un reto para el director de la Bienal, Leonel Estrada, ya que el arte conceptual en donde prima la idea sobre la forma era una post-vanguardia en su momento, tanto en Europa como en Estados Unidos, pero un movimiento ajeno a un público antioqueño que estaba ligada al arte decorativo y retinal. Más de 170.000 personas asistieron de manera masiva al evento que contó entre sus visitantes con figuras de reconocimiento internacional tales como: Barbara Duncan, miembro de la junta del Metropolitan Museum, y Gene Baro, crítico para Art in America.
La III Bienal de Arte de Coltejer se desarrolló en 1972 contó con la participación de 29 países y en el edificio Coltejer, ícono de la arquitectura moderna en Medellín, se exhibieron 600 obras de 220 artistas y asistieron 478.000 espectadores lo que significó un aumento del 531% respecto a la primera edición realizada cuatro años atrás y 281% respecto a la segunda edición la Bienal. Sin duda las Bienales del 1968, 1970 y 1972 ubicaron a Medellín y Antioquia en el contexto internacional de la escena de las artes plásticas.
Los antecedentes de la Bienal Internacional de las Artes y las Culturas de Antioquia para el Mundo 2025 también se anclan en la celebración del Primer Coloquio de Arte no Objetual Latinoamericano.
“Mayo 18, 19, 20 y 21 de 1981. Tan solo un año después de inaugurar su sede, el Museo realizó en mayo de 1981 el Primer Coloquio Latinoamericano de Arte No Objetual y Arte Urbano. Críticos y académicos debatieron durante cuatro días sobre el no-objetualismo, un término acuñado por el crítico peruano Juan Acha, para caracterizar el arte que estaba produciendo América latina en un intento por asumir una identidad en el panorama de la plástica mundial. El arte no-objetual cuestionaba la obra de arte como objeto y vinculaba el arte al contexto social y cultural latinoamericano. Con el Coloquio, el Museo quiso organizar un evento que respondiera a lo que estaba sucediendo en Medellín luego de las bienales de Coltejer; intentó reconectar la ciudad con el resto del contexto artístico del continente y, de paso, como plantea Juan Acha, dibujar el mapa de las vanguardias latinoamericanas.
El Coloquio se organizó de manera paralela a la IV Bienal de Medellín, un esfuerzo por revivir las Bienal de Coltejer de una década atrás que reafirmaba el arte figurativo y representativo en la pintura, el dibujo y la escultura, mediante la discusión crítica de personalidades reconocida en el panorama internacional, como Jorge Romero Brest, Pierre Restany o la crítica argentino-colombiana Marta Traba.
Ambos eventos contaron con la presencia de críticos de primer nivel que tuvieron la oportunidad de enfrentar sus ideas, pues las discusiones de cada uno -la IV Bienal, bajo la dirección de Leonel Estrada, y el Coloquio- eran opuestas. Una de las más renuentes a los planteamientos de Juan Acha fue Marta Traba, quien abogaba por el regreso a la pintura que proponía la IV Bienal, pese a que tan solo unas décadas antes le había enseñado al país el trabajo de artistas que tenían en el uso del performance, la instalación o el arte de proceso una de sus herramientas de trabajo más significativas.
Con este evento, el MAMM reafirmaba su intención de propiciar discusiones de vanguardia y trabajar a la par de lo que sucedía con el arte contemporáneo.
Entre los participantes en la discusión crítica cabe mencionar a Mirko Lauer, Rita Eder, Néstor García Canclini, Álvaro Barrios, Nelly Richard y Emilio Souza. Pero el Coloquio no solo fue un espacio de debate para críticos y académicos, pues una exposición ponía en escena los debates. En la muestra participaron los artistas Felipe Ehrenberg (México), Cildo Meireles (Brasil), Manuel Felguérez (México), Carlos Zerpa (Venezuela), el No-Grupo (México), Adolfo Bernal (Colombia), Ana Mendieta (Cuba), Marta Minujín (Argentina), Teresa Burga y Marie-France Cathelat (Perú) y el grupo SITE (E.E.U.U.), conformado por James Wines, Allison Sky, Michelle Stone y Emilio Souza.
Según Juan Acha, pensar el arte desde lo no objetual permitía crear vínculos entre el arte y la vida cotidiana. Esta noción se encuentra íntimamente ligada a la visión de “un museo vivo”, que una y otra vez los socios fundadores promulgaban. Para Acha, el crear vínculos entre el arte y la vida cotidiana también encadena una serie de relaciones con otros campos creativos como las obras urbanas y el diseño. La exploración de aquellas relaciones entre el arte y el diseño, y el arte y lo urbano, van a ser ejes fundamentales en el desarrollo de programas y contenidos en la primera etapa del Museo en la sede de Carlos E. Restrepo: “[…] en el 81 [1981] hablamos de arte no objetual y hablamos del arte urbano, y ese es el gran compromiso del Museo”*, dice Alberto Sierra, socio fundador y quien se encargó de los procesos curatoriales y de lo relativo a la comunicación, el diseño y el montaje de las exposiciones durante una buena parte de la historia del Museo”.[1]
En 1997 la Alcaldía de Medellín y la Secretaría de Educación y Cultura municipal realizaron entre el 5 de junio y 5 de julio la Nueva Bienal de Medellín – Festival Internacional de Artes Ciudad de Medellín. La nueva Bienal contó con la dirección de la museóloga y exdirectora del Museo de Antioquia Lucrecia Piedrahita Orrego y la dirección artística de Leonel Estrada.
“El tema central fue las reflexiones alrededor del arte, la ciudad y el espacio público que tuvo como tema central la esencia del arte es la Libertad. La nueva Bienal de Arte Ciudad de Medellín 1997 contó con la participación de 15 países, más de 100 artistas en escena, la ubicación de diez obras permanentes en el espacio público de Medellín y el encuentro internacional de críticos, artistas, arquitectos y urbanistas que fue abierto por la figura más importante de la arquitectura en Colombia, Rogelio Salmona y otra figura de renombre nacional, Carlos Julio Calle.
Aproximadamente la nueva Bienal fue visitada por 120.000 personas y activó una serie de talleres de formación para guías y mediadores, se desarrollaron foros académicos, se capacitaron grupos de estudiantes distintas universidades e institutos de la ciudad y se puso en marcha campañas de sensibilización en los barrios de Medellín para lograr así una comunicación directa con las esculturas de arte urbano El evento fue reseñado por los principales medios de comunicación del país con resonancia en medios de comunicación internacional.
La expografía se desarrolló en el Palacio de Exposiciones y Convenciones de Medellín hoy Plaza Mayor, donde el público recorrió: el Salón Internacional, el Salón Nuevos Valores, el Salón Creadores Colombianos y el Salón Infantil y Juvenil. La nueva Bienal de artes de Medellín de 1997 expuso a la ciudad como un objeto de interpretación y amplió las lecturas sobre el arte urbano a través de las obras que se encuentran hoy en distintos parques, calles y avenidas de Medellín y que conforman el patrimonio de arte público de la ciudad. Se abrió un espacio para visualizar el desarrollo artístico y la reflexión del pensamiento estético contemporáneo”.
Lucrecia Piedrahita Orrego. Directora Ejecutiva
Nueva Bienal de Artes Plásticas de Medellín 1997. Alcaldía de Medellín.
“EI Festival Internacional de Arte de 1997 fue una idea oportuna que llenó el vacío dejado por las cuatro Bienales realizadas en Medellín. Surgió en un momento de bruscos cambios en el arte, cuando era y es compleja la información y el público está ávido de sentirlo; cuando la exuberancia de la creatividad impulsa un arte no predecible dinámico y juguetón.
El mayor acierto de este Festival es que se haya planeado como una síntesis de Arte y Ciudad. Medellín, en sus últimos veinte años, ha mostrado una vocación por el arte urbano. En sus construcciones y en sus nuevos edificios, siempre aparece una escultura una obra tridimensional, o un inesperado ejemplo del aún vigente “Minimal Art”. La ciudad recibió un ejemplar impulso con la convocatoria a un Simposio de Escultores, invitación a veinticinco escultores de talla internacional que vinieron en persona y dejaron su huella para el tiempo.
La exhibición internacional constituyó la muestra básica. Un arte experimental de carácter “light”, la post-modernidad en su furor, con buena dosis de jovialidad, cursilería y extravagancia. Tendencias que han ido apareciendo como consecuencia de la revitalización del “‘ready made”, de Duchamp, y han ratificado que para el arte “todo sirve”, que existe un ir y venir, una nostalgia permanente que invita a avanzar con osadía pero también, a retornar cuando toca.
Gente de todas las edades respondió y se acercó a actualizar su perspectiva visual, a leer el contenido de las obras. El público actuó como juez y se hizo “parte del arte. Cada espectador miró con deleite y comprendió que él mismo puede sentir y puede ser creativo, producir y hacer cultura. El Festival fue una nota de paz y de optimismo.
También, y como complemento de este Festival, se convocó a los Nuevos Valores de la juventud artística: un halago a su inventiva y a sus desconocidos talentos. Promovió la participación de Creadoras Colombianas, (no de un “arte femenino”) para reflexión de la condición femenina en la sociedad actual y en tributo a su inventiva. Se realizó un Encuentro de Taladores de piedra; una pública lección de escultura, del manejo vivo del cincel y del martillo. El estímulo a la expresión gráfica y cromática lo proporcionó el Salón Infantil y Juvenil, una de las más bellas muestras de arte de la niñez que haya visto Medellín. El Museo de Antioquia, con gran profesionalismo, trató a estos noveles artistas, y es ofreció todo el entusiasmo que merecían. El Museo El Castillo expuso un Arte Juvenil que no era futura promesa sino una realidad.
No hemos trabajado para un reducido ámbito regional. Medellín, ha sido durante unas semanas motivo de curiosidad y de atención para estudiosos e investigadores. El Catálogo del Festival es un homenaje a los participantes que hicieron posible este hito histórico.
¡Gracias a todos ellos! Con su creatividad abren caminos y nos ayudan a crear nueva cultura. Gracias al personal que resolvió problemas y allanó las dificultades para que fuera realidad esta “Fiesta” del espíritu. Gracias al Señor Alcalde, que con sus colaboradores. y al Administración Municipal, que dieron todo el apoyo, sin condicionamientos, a este renacer”.
Leonel Estrada Jaramillo. Director Artístico Nueva Bienal de Artes Plásticas de Medellín 1997. Alcaldía de Medellín.
El devenir de las artes plásticas y visuales en Medellín y Antioquia transcurrieron en el siglo XX y permanecen vigentes acompañados del desarrollo de los Salones Nacionales de Artes y Salones Regionales de Artes ambos del Ministerio de Cultura, eventos que aun hoy continúan y han permitido la amplitud del panorama artístico nacional y el intercambio con otras coordenadas internacionales. Los Salones Nacionales de Artes del Ministerio han impulsado una formación multidisciplinar para los artistas, mediadores y guías en las distintas salas de los museos de la ciudad, bibliotecas y archivos.
El Salón Nacional de Artistas (SNA) fue creado en 1940 para difundir lo mejor del arte nacional y ha permitido la participación de nuevos curadores en el escenario del país. Así mismo, el SNA se condensa en investigaciones curatoriales que se resuelven en las exposiciones, se difunden a través de páginas web como nuevas plataformas expositivas, se generan publicaciones, cuadernos y catálogos que son testimonios vivos de la memoria del SNA. Igualmente, el área educativa, los laboratorios, conversaciones, conferencias y espacios-residencias dan testimonio de una consolidación de las artes visuales tanto en Medellín como en otras ciudades principales del país.
De ahí la validez de la Bienal de Antioquia para el Mundo que busca exponer nuevos valores en conversación con maestros de las artes nacionales y activar una formación de público directamente en las subregiones de Antioquia que reclaman mayor visibilidad para dar cuenta de las culturas que los define y las manifestaciones artísticas que desde allí se producen. De ahí la pertinencia de la Secretaría de Juventud, Cultura e Innovación que busca el fortalecimiento de “los entornos protectores de las juventudes, el goce efectivo de los derechos y deberes de los jóvenes, así como el reconocimiento de la diversidad juvenil, el fortalecimiento de sus capacidades y proyectos de vida en condiciones de equidad, mediante el desarrollo de estrategias de participación activa en la toma de decisiones de sus comunidades”.[2]
El papel protagónico del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia adscrito a la Secretaría de Juventud, Cultura e Innovación promueve y lidera la activación y el resurgimiento de las Bienales de Arte de Medellín y Antioquia, al tiempo que “Promueve e impulsa estrategias que garanticen el desarrollo de las artes y la cultura en Antioquia, mediante la entrega de estímulos, la dotación de espacios, el mejoramiento de la infraestructura cultural, la educación formal, la capacitación y circulación de procesos que incentiven las expresiones culturales y artísticas, así como el fortalecimiento de las industrias y emprendimientos culturales y creativos.
Todo esto, a través de la implementación del Plan Departamental de Cultura 2023-2035 que apuesta por la descentralización de las acciones y la inversión equitativa de los recursos de la cultura, contribuye a la disminución de barreras de acceso a los derechos culturales, permite la consolidación y surgimiento de talentos, expresiones creativas y propuestas innovadoras, facilita la continuidad de los procesos de formación y, en últimas, promueve el desarrollo cultural local y genera oportunidades para los agentes culturales en Antioquia.
Adicionalmente, contar con un sistema vivo de gestión de la información y del conocimiento que posibilite el intercambio de saberes y permita la toma de decisiones informadas.”[3]
Justificación
El arte, hablamos de él entre la comunicación y la representación. Lo entendemos como el medio por el cual se expresan las ideas, los sentimientos, sueños, o más profundamente, una visión particular sobre el mundo. El arte es una manifestación de la cultura espiritual, y son las formas en las que se manifiestan las ideas.
Antioquia se hace a un gran reto, retomar las Bienales que le dieron a Medellín y al Departamento un lugar en el mundo las artes. Planear, diseñar y asumir un compromiso desde lo público para hacer realidad la Bienal Internacional d las Artes y las Culturas Antioquia 2025 es asumir un compromiso nacional y global que permita mostrar la posición geoestratégica del departamento su riqueza ecológica y sus paisajes culturales, naturales y antrópicos. Uno de los principales motivos para realizar la Bienal es fundamentarnos en uno de los poetas más representativos de la cultura, Epifanio Mejía para quien la Libertad es la que perfuma las montañas, la que impulsa los vientos y la que con su esencia nos recuerda la geografía extensa de Antioquia. Un canto a la Libertad es el himno de Antioquia escrito en 1913 y cuya música es del compositor Gonzalo Vidal.
Este sentido de Libertad es el motor que impulsa la Bienal de Antioquia para el Mundo y así soñar con un futuro colectivo. La Libertad como valor supremo de la cultura, como un medio de expresión social, político y personal, como una plataforma para desafiar y experimentar los limites mismos del arte contemporáneo. La Bienal como un espacio inclusivo para celebrar la diversidad cultural y la Libertad de identidad.
De ahí que la labor del curador sea fundamental para ser el puente entre el artista, la obra y el espectador. Así, la obra del artista, se convierte en materia prima de significación para lograr en el proceso, una coherencia conceptual, narrativa y visual. Es el curador quien tiene la responsabilidad de hacer visible lo invisible, diseñando unas estrategias espaciales y museográficas donde la obra de arte plantee más preguntas que respuestas y permita hacer visible – la esencia espiritual de las cosas – (W. Benjamín) la manera en que las cosas se nos ofrecen, la forma en que éstas se transmiten. “El poder mágico de ellas”. Somos, entonces, traducidos por las cosas.
La Bienal Internacional de las Artes y las Culturas de Antioquia para el Mundo 2025 se justifica cultural, económica, social, académica, patrimonial y de innovación social
Justificación Cultural:
Justificación Económica:
Justificación Social:
Justificación Académica:
Justificación Patrimonial: